3.8.11

LOS HOMBRES DE MI VIDA - Prefacio

Cierto es que va pasando el tiempo. Porque si el tiempo no pasara, entonces no tendría qué contar. Pero aquí estoy, comenzando esto que hace tiempo quise comenzar y que iré descubriendo por capítulos. ¿Por qué justo ahora? Pues porque "justo mañana" no existe. Nunca se está listo, nunca sabemos que es hora de hacer algo. Hay que dejarlo fluir. 

Empecé por decir que el tiempo pasa. Y mientras el tiempo pasa y se va, vemos cómo se evaporan rápidamente los falsos afectos y sus lágrimas de cocodrilo. Pero también cómo se van borrando los caminos de sal de aquellas que brotaban como pequeños pedazos de vidrio de nuestras glándulas lacrimales, y también las costras de sangre y sudor por el esfuerzo de mantener vivo un apasionamiento que encuentra su fin irremediable. Porque esos arrebatos de pasión son parte de nuestra humanidad, y no solo un intento de convertirnos en protagonistas de nuestra propia novela.  Aquellos amores a los que le juramos fidelidad eterna, que nos hicieron sentir los retortijones del alma joven, se convierten en una vuelta más del grueso rollo de pergamino metafórico donde empezamos a escribir nuestras no tan metafóricas historias de amor y desamor.

Sí, soy ahora feliz pero sigo teniendo la convicción que las mejores historias nacen de la zozobra sentimental (y la fa-falta de consuelo) y del desgarro visceral que provoca el fin de un enamoramiento. Basta con recordar la sensación de ahogo propiciada por las angustias de separación para escuchar los dedos ágiles sobre el teclado contando las historias que tal vez algunos no querrán que cuente. Los cobijaré bajo las alas del anonimato.

Tengo que en este punto pedirle perdón a M por relatar historias que tal vez quedarían en el olvido si no sintiera yo la imperiosa necesidad de dejar mis memorias para la posteridad. En mi defensa tengo que decir que si todo lo que estoy a punto de contar no hubiese realmente sucedido, no sería quien soy ahora para ti. Con yayas que ya se curaron y que dejaron cicatrices que has ido curando con tus besos y las largas noches de sueño calmo. M, si mis historias no fuesen el conato de guión de un culebrón mexicano, sinceramente no cometería la falta de entusiasmar a quienes ahora leen esto.

Así entonces y con el perdón de los que se reconocerán en los posts que vienen, comienzo esta serie de relatos cortos a la que titulo "Los hombres de mi vida".