19.5.08

Y si me quiero quedar?

Digo, si uno se quiere quedar: qué hace con el trabajo, con la familia, los amigos... y la pesada realidad? Dejar todo así, así rápido no se puede... O se puede, pero hacen falta agallas. Si, si tienen razón, también hace falta dinerillo. Pero ese factor puede solucionarse de muchas maneras. Y sí, vihte? Agashas y dinero para decir: me voy, e irse pero con un plan para no terminar haciéndola de vagoneta. Y luego comprar hasta no poder más con los pies y terminar llamando al paramédico a las 4am para que recete un ""ché-ibuprofeno"" que calme el dolor de las articulaciones arduamente forzadas hasta su límite, para además obviar la recomendación de "dale gordita, 24 horas de reposo sin salir a comprar vihte"?. Gordita? qué tales confianzas de estos gauchos que no resultaron siendo tan bonitos como me los pintaron todas esas series y novelas argentinas desde chica. Quiero seguir andando por las calles gauchas hasta terminar de conocer sus museos de incomprendido arte contemporáneo y de obras poco conocidas y entrañables, sus galerías multinacionales e interminables conciertos en el Luna park y juegos de futbol. Quiero seguir sorprendiéndome con sus enormes teatros y la exquisita calidad de sus espectáculos, y con los triviales precios de sus Louis Vuitton y Hermes, y más aún aquellas que ofrecen tax free por ser 100% producto argentino. Vamos, denme un respiro, soy una joven clasemediera con grandes aspiraciones. Quiero conocer sus locos naturales, sus locos que quieren ser locos y los locos fashion. Quiero conocer todas las paradas del subte, las de los "buses" que no son nada como en la naturaleza de la combi o el micro limeño. Quiero conocer sus rincones sucios y los limpios también, aquellos en los que el peligro no es tan peligroso como en Lima, andá! Y también quiero llegar a mi primer millón... de fotos, atrapando momentos, caras, paisajes, emociones que quedan un poco en el olvido y otro poco en la realidad almacenada de nuestros ahora albumes virtuales. Quiero terminar de conocer también las caras multifacéticas y multietnicas de Nueva York, de Paris, de Londres y de otras urbes, quiero escuchar todos sus idiomas, y ver todas sus luces. Quiero hartarme de andar y andar por todos sus barrios, soportar sus tormentas y creer en que los pronósticos del tiempo en esos países del primer mundo sí son acertados. No me tilden de urbana; quiero también sentir la brisa de los mares del mundo en la cara -no de los contaminados, esos los quiero proteger- y el olor a pasto y flores -pero sin el polen porque soy alérgica- de los campos y quebradas y cañones. Quiero hacer canotaje, parapente, quiero montar a caballo sin silla, quiero comer los potajes típicos de las zonas del ombligo y las entrañas del mundo -siempre y cuando no contengan bichos raros y extremadamente gráficos- y emborracharme de la alegría de seguir viviendo. Quiero sentir esa nostalgia cuando se dice "y ahora qué hago si no me quiero ir"? y luego la nostalgia de recordar los momentos mientras se sube al bus, tren o avión mientras dejamos atrás y sin remedio lo que nos hizo tan felices.
Quiero viajar, quiero conocer gente, mundo, arte; quiero respirar vida, muerte en los cementerios monumentales e históricos, quiero respirar sabiduría y desenfreno mientras aún mis rodillas sanen con ibuprofeno, cama y una cerveza.